La pérdida provoca soledad, ansiedad y tristeza comprensible por todos y sufrida por uno. Perder...desde que nacemos perdemos, por el camino seguimos perdiendo; unas veces es una pérdida irremediable como la muerte y otras, una buscada. Perder implica sufrir, un desgarro del alma que te parte en dos, que te ahoga, te resquebraja y te mata poco a poco; perder a alguien que amas te hace romper con una parte de ti que te hacía ser más completo, con una porción de tu vida importante, profunda, integrada en ti que, por mucho que quieras, jamás olvidarás; ha estado en ti en lo bueno y en lo malo, te ha envuelto con su alo y eso hace que, en cierta forma, algo de esa persona sea tuyo y viceversa. No hay olvido posible ni recuerdos inborrables, por muchas fotos que rompas y cosas que tires, no puedes tirar parte de tu vida a la basura, no puedes coger una goma y borrarlo todo; duele, duele mucho y desgarra pero siempre va a estar ahí, permanecerá contigo, te angustiará, te irá matando poquito a poquito y esa cicatriz nadie la curará; el tiempo pasa y poco a poco, las lágrimas menguan aunque también en posible llorar sin ellas, un lloro en seco es mucho peor, lloras por dentro y eso hace que la herida se reblandezca y que recuerde a tu alma que sigue ahí.
Y mientras sufres sigue pasando el tiempo: lluvia, sol, invierno, verano, día, noche...las horas pasan mientras seguimos sumidos en la soledad, rodeados de gente pero solos, en casa por la noche pero solos...puede estar medio mundo a tu lado pero sentirte vacío, sin nadie alrededor, olvidado...la gente sigue con sus vidas, el mundo sigue girando pero tú paraste en seco cuando te hirieron y ahí estás, sin brújula, sin Norte, sin él/ella...solo y herido, solo y triste, solo y solo...con un alma llena de cicatrices que jamás se irán.
"te llevo dentro, me acompaña siempre...fue tu amor"
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