Esta mañana, para no variar en mis lunes, he ido al gimnasio y mientras me estaba dando caña en la elípica iba leyendo la revista "Psychologies". Entre lectura y lectura, he encontrado un artículo muy interesante de Ángel Gabilondo, la verdad es que sus palabras describen perfectamente mis sentimientos más profundos relaciones con esos hombres que han sobrepasado el límite de la amistad conmigo; y por ese motivo, a todos ellos les quiero dedicar dicho escrito que ahora mismo voy a transcribir. Gracias chicos por haberos cruzado en mi camino, todos me habéis aportado y enseñado algo aunque también hayamos sentido el sufrimiento.
"Es llamativo cómo a veces nos asalta , nos invade, nos inunda y nos habita la imagen de un gesto, de un movimienyo, de una situación. Irrumpe en nosotros una palabra y una mirada; en definitiva, un rostro. Nos acordamos de alguien. Puede ser que con gusto, con alegría, al menos en princpio. Pero pronto ese recuerdo es la ratificación de una distancia, de una separación. No estás y sin embargo su ausencia se hace presente. No es una simple nostalgia, es una constatación. Si hay un recuerdo es porque en algún modo algo o alguien se fueron. Que tal vez vuelva es estimulante, incluso cabría ser un consuelo, pero recordar es también reconcer que algo ha finalizado, se ha perdido,se ha ido. Que ese alguien se encuentre en otro lugar, por un lado, es un alivio; por otro, una inquietud. Le echamos de menos y, a la pa, está en nosotros. Tanto nos pertenece como le pertenecemos. Y, sin embargo, no nos tenemos. En abosluto. Lo notamos. Lo sentimos. No es lo que más nos gustaría, pero es así. Echar de menos no es sólo sentir falta, es constatar que hagamos lo que hagamos cabe la distacción, pero no el olvido. Alguien nos tiene sin poseernos, le tenemos sin poder, sino acariciar su ausencia. Lo notamos con intensidad pero no está.
Ahora bien, en la palabra acuerdó está la palabra corazón. El recuerdo tiene siempre también una connotación afectiva. Y nos gusta. No es una simple repetición, es una reiteración, un modo de reactivar algo, de revivirlo. Se trata de que llegue a ser una rememorización. Quizá hayamos de tomar ese recuerdo en memoria, lo que supondría no una simple añoranza del pasado, sino muchas posibilidades latentes y vivas, y algún porvenir. Acordarse de alguien es asociarse con él o con ella de algún modo singular, es una conmemoración.
En la noche, un recuerdo irrumple en silencio. Nos adormilamos al susurro de las palabras que alguien no nos dice. Amanecemos en brazo que no están. Y, sin embargo, no todo es un espejismo. Algo nos enalza, nos vincula, algo que no es precisamente menos real que una asuencia. Podríamos intentar denominarlo, pero con palabras tan sencillas que resultarían excesivas. Recuerdo cuando no necesitábamos recordar.
Me acuerdo de ti, compartimos una memoria común, y desearía hacer contigo algo que por cordial fuera para ambos memorable. Me acuerdo tanto de ti que, como suele decirse, me desvivo por verte, por oírte, por presentir que quizás a ti te ocurra algo similar. No te aconsejo tanta ansiedad, ni tanta turbación. Preferiría que se te pasara. Es decir, que nos viéramos. Lo digo por mí."
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