Presente, pasado, futuro

Muchas veces, el pasado no nos abandona completamente. Resquicios diminutos permanecen en nuestro día a día y eso hace que, en cierta manera, sigamos ligados a él.

Encontrarse a compañeros de colegio con los que compartiste juegos, risas y copias en los exámenes es un claro ejemplo y ahora en el presente, ves que lleváis vidas completamente ajenas; y horas o días más tarde valoras: tu infancia, los amigos que tenías y, en consecuencia, los que tienes y muchas veces te das cuenta que haberlos "abandonado" ha sido una gran pérdida.

Lo mismo pasa con algunos de aquellos "ex" con los que acabaste en una buena amistad pero que, inevitablemente, los has ido dejando atrás por motivos varios. Pero llega un día que zas, de golpe te lo encuentras en un lugar que jamás esperarías y sí, hace ilusión pero más tarde, como no, valoras, recapacitas y piensas en tu relación actual y entonces te das cuentas que por muchas relaciones (cortas o largas) que hayas tenido notas las diferencias: a los demás los "veías" pero a tu mitad actual la "miras". En ese instante te das cuenta que todo pasa por algo, que los lloros y sufrimientos pasados te llevan a tu AMOR actual, que sufrir te guía y te enseña y finalmente, te lleva a tu destino final. Así piensas en él y en lo que sientes por él, en cómo ocurrió todo y ves que fue casual, que tu ritmo diario te hizo cruzarte con él e, inevitablemente, sonríes por aquello que sucedió y también por mirar siempre hacia adelante, por haber caminado incluso cuando pensabas que no podías, por haber luchado por lo que querías, por no rendirte, por no perder la fe en el amor, por no abandonar del todo a quienes compartieron trozos de tu vida (aunque sea en el recuerdo), por poder caminar junto a la personas que amas... es decir, por todos los días, buenos y malos, que pasamos y que poco a poco vamos construyendo todos y cada uno de nosotros con nuestras propias manos.